jueves, 7 de enero de 2016

7 de enero

Sépase que el miedo aparece desde el momento en que me alejo de él.

Con él no es un sentir de refugio de algún monstruo de la infancia; sino que su mirada me da paz. Una especie de paz alborotada, de estallido de risa, como esas gotas de la lluvia que caen por la ventana: precipitadas, jugando y chocándose entre sí.

Sépase que tengo miedo al movimiento interno de sangre, calor y frío que siento cuando me mira.

Sépase que tengo mucho miedo a dar un paso equivocado. Que me desvela precipitarme en rápida carrera hacia su boca sin saber… sin saber.

Sépase también que me siento juego, me siento risa, me siento alas.

Todo en mí parece calcular el momento exacto para respirarlo sola, para mirarlo sola… para mirarlo y encontrar esa complicidad que habrá nacido quién sabe cuándo, en qué lluvia, en qué esquina, qué parada, qué camino, con qué recuerdo, con qué mirada…

Desde hace unos días una mariposa blanca vuela, jugando, cercana... los días anuncian aguacero y todo, todo me lleva a él.


No hay comentarios:

Publicar un comentario